El proyecto se propone reformar un anónimo altillo de una nave industrial de un marmolista para destinarlo a espacio expositivo y oficina técnica. 

Desde el principio el cliente pidió una intervención “mínima” para que las más de 1000 muestras de piedras pudieran ser las verdaderas protagonistas del espacio. Mediante el uso de materiales como el microcemento del suelo, el metal crudo y el ladrillo de hormigón se crea una atmósfera "grisácea" que  constituye un ideal lienzo para las coloridas muestras. 

Desde la entrada a la calle se accede al espacio expositivo mediante una escalera existente que en parte se modifica y se reviste de mármol. Se decide mantener el espacio diáfano para asegurar el máximo de flexibilidad y, gracias a una caja metálica con una pared de cristal, se opta por abrirlo hacia el impresionante espacio de la nave donde se desarrolla el trabajo de los marmolistas.

Las muestras de piedras son agrupadas y expuestas en unos racks metálicos verticales que acompañan el visitador por las tres diferentes zonas del espacio: la zona de acogida, donde la escalera sigue a las oficinas de la segunda planta, la zona de trabajo con una gran mesa central para reuniones y la zona para exposiciones temporales de cocinas con unos grandes escaparates en proximidad de la avenida.

La oficina técnica para dos trabajadores se sitúa como filtro funcional entre el taller y espacio expositivo y permite el acceso directo a la nave mediante una escalera.

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